Jesús cura a un ausente
LV 1.
Y después de esto vino a Caná de Galilea.
2. Y era allí donde había convertido el agua
en vino.
3. Y estaba allí un régulo, cuyo hijo estaba
enfermo en
Cafarnaum.
4. Y oyó que Jesús
había
venido de Judea a Galilea.
5. Y fue a él, y le rogó que
bajase y sanase a su hijo, porque estaba en la agonía.
6. Y dijo Jesús: Si no veis signos y
prodigios, no creéis.
7. Y el régulo le dijo: Señor, ven antes que
mi hijo muera.
8. Y Jesús le dijo: Vete.
9. Porque tu hijo vive.
10. Y el hombre creyó en la palabra de
Jesús, y se fue.
11. Y cuando llegaba, sus siervos llegaron a
él, y le
dijeron: Tu hijo vive.
12. Y él preguntó a qué
hora se
puso mejor.
13. Y le dijeron: Ayer, a
la hora
séptima, remitió la fiebre.
14. Y el padre comprobó
que era
aquella la hora en que Jesús le dijo: Tu hijo vive.
15. Y creyó él y todos los
de su
casa.
Jesús convive con Leví y es criticado por los escribas y los fariseos
LVI 1.
Y vino Jesús y convivió con Leví en su casa.
2. Y estando sentado a su mesa, vinieron
muchos publicanos y
pecadores.
3. Y comían y bebían con Jesús y con sus
discípulos.
4. Porque eran muchos los que lo seguían.
5. Y viendo los escribas y fariseos que
comía y bebía con
pecadores y publicanos, dijeron a sus discípulos:
6. ¿Cómo es que vuestro maestro bebe y come
con pecadores
y con publicanos?
7. Y Jesús oyó, y dijo: No necesitan médico
los sanos,
sino los enfermos.
8. Misericordia quiero y no sacrificio.
9. Porque no he venido a llamar a los
justos, sino a los
pecadores.
10. Y ellos le dijeron:
Los discípulos
ayunaban y hacían oblaciones, como los fariseos.
11. ¿Cómo es que tus discípulos no ayunan?
12. Y dijo Jesús: ¿Pueden los convidados a
una boda, cuando
el esposo está con ellos, ayunar?
13. No pueden ayunar mientras el esposo está
con ellos.
14. Mas ya vendrán días en que no esté el
esposo, y ayunarán.
15. Y les hizo esta otra comparación:
16. Nadie remienda ropa vieja con paño
nuevo.
17. Porque el remiendo tiraría de lo viejo y
sería mayor la
rotura.
18. Nadie pone vino nuevo en odres viejos.
19. Porque el vino nuevo rompe los odres, y
el vino se
derrama, y los odres se pierden.
20. Mas el vino nuevo en odres nuevos ha de
guardarse.
Los fariseos piden a Cristo un signo de su poder
LVII 1.
Y los escribas y fariseos le contestaron diciendo:
2. Maestro, queremos
ver un signo
tuyo.
3. Y él respondió, y les dijo: Mala y
adulterina es la
generación que pide señal.
4. Mas no le será dado otro signo, sino el
del profeta Jonás.
5. Porque así como Jonás estuvo en el
vientre de la ballena
tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre tres días y
tres noches en el corazón de la tierra.
6. Y los hombres de Nínive se levantarán en
el día del
juicio, y condenarán a esta generación.
7. Porque ellos se arrepintieron cuando les
predicó Jonás.
8. Y he aquí a quien es más que Jonás.
9. La reina del Sur se levantará en el día
del juicio y
condenará a esta generación.
10. Porque vino del confín de la tierra para
oír la sabiduría
de Salomón.
11. Y aquí hay quien es más que Salomón.
12. Cuando el espíritu inmundo sale del
hombre, anda por
sitios secos, buscando reposo, y no lo halla.
13. Y dice: Me volveré a mi casa, de la que
salí.
14. Y vuelve, y la halla vacante, barrida y
adornada.
15. Y entonces toma otros siete espíritus
aún peores, y
entran, y habitan allí.
16. Y las cosas últimas del hombre son
peores que las
primeras, y así ha de ocurrir a esta generación perversa.
Una mujer ataba, entre la muchedumbre, el vientre que llevó a Jesús
LVIII 1.
Y cuando esto hubo sido dicho, una mujer dio voces entre la gente.
2. Y decía: Bendito sea el vientre que te
llevó, y los
pechos en que mamaste.
3. Y él contestó: Benditos más bien los que
oyen la
palabra de Dios, y la cumplen.
Anuncian a Jesús que su madre y sus hermanos lo quieren ver
LIX 1.
Y cuando estaba hablando a las gentes, su madre y sus hermanos
estaban
fuera, y le querían hablar.
2. Y uno le dijo: Ahí están tu madre y tus
hermanos, y
quieren verte.
3. Y él contestó: ¿Quiénes son mi madre y
mis hermanos?
4. Y extendiendo la mano hacia sus
discípulos, dijo: Éstos
son mi madre y mis hermanos.
5. Porque todo el que hiciese la
voluntad de mi Padre, que está en los cielos, y mi hermano, y mi
hermana,
y
mi madre.
Jesús cura a una mujer de un flujo de sangre y resucita a la hija de Jairo, príncipe de la Sinagoga
LX 1.
Y, cuando hubo hablado así, vino un príncipe de la sinagoga, que
se
llamaba Saivo.
2. Y lo adoró, y le dijo: Mi hija va a
morir.
3. Ven y pon las manos sobre ella, y sanará.
4. Y Jesús salió con él y con sus
discípulos.
5. Y he aquí que vino una mujer que padecía
un flujo de
sangre hacía doce años.
6. Y había ido a muchos médicos, y ninguno
la podía
curar.
7. Sino que había gastado cuanto tenía y
cada vez estaba
peor.
8. Y llegó por detrás de Jesús y tocó su
vestido.
9. Porque decía: Con sólo tocar su vestido
seré sanada.
10. Y el flujo de sangre se secó y sintió en
su cuerpo que
estaba libre de aquella plaga.
11. Y Jesús sintió la virtud que había
salido de él.
12. Y dijo: ¿Quién me ha tocado?
13. Y todos lo negaron, y Pedro dijo:
Maestro, la turba te
oprime, y tú preguntas: ¿Quién me ha tocado?
14. Y Jesús contestó: Alguien me ha tocado.
15. Porque he sentido salir fuerza de mi.
16. Y miraba alrededor
para ver
quién había sido.
17. Y entonces la mujer, temiendo, se puso a
sus pies, y dijo
lo que había hecho, y que había sido sanada.
18. Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado.
Vete en paz, y
queda sana de tu dolencia.
19. Aún estaba hablando, cuando vinieron al
príncipe de la
sinagoga y le dijeron: Tu hija ha muerto ya; no molestes más al
maestro.
20. Y Jesús, oyendo esto,
dijo al
príncipe de la sinagoga: No temas.
21. Sino cree, y será salvada.
22. Y no permitió que fuesen con él más que
Pedro, y
Jacobo, y Juan, hermano de Jacobo.
23. Y llegó a casa del
príncipe
de la sinagoga, y vio allí que estaban llorando y gimiendo.
24. Y entrando les dijo: ¿Por qué lloráis?
25. La muchacha no ha muerto, sino duerme.
26. Y ellos se reían, diciendo que sí estaba
muerta.
27. Y él hizo salir a todos, y sólo dejó al
padre y a la
madre de la muchacha, y a los que estaban con él.
28. Y entró donde estaba la muchacha, y
dijo: Talitha,
cuni, que quiere decir: Muchacha, levántate.
29. Y la muchacha resucitó y anduvo. Y tenía
doce años.
30. Y todos sintieron el
más
grande asombro; mas él les encargó que nadie lo supiese. Y pidió
de
comer.
Jesús cura a dos ciegos
LXI 1.
Y dos ciegos llegáronse a Jesús, y clamaban, diciendo:
2. Señor misericordioso, hijo de David.
3. Y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo
haceros ver?
4. Y ellos dijeron: Creemos, Señor.
5. Y él los tocó, diciendo: Hágase lo que
creéis.
6. Y sus ojos fueron abiertos.
7. Y Jesús les dijo: Ved de no decir esto.
8. Mas ellos lo publicaron por todas partes.
9. Y le presentaron a un mudo, que estaba
poseído de un
demonio.
10. Y arrojó al demonio
que
estaba alojado en el mudo.
11. Y la gente se admiró, y decía: Nunca se
vio esto en
Israel.
12. Sin duda que éste es hijo de David.
Los fariseos acusan a Jesús de estar poseído del diablo
LXII 1.
Mas los fariseos decían: Por Belcebú, príncipe de los demonios,
echa
fuera los demonios.
2. Mas él los entendió, y les dijo: Si algún
reino está
dividido, no puede subsistir.
3. Y si Satanás se dividiese contra sí
mismo, no podría
subsistir.
4. Nadie puede saquear al valiente entrando
en su casa, a no
ser que antes ate al valiente y entonces entre en su casa.
5. Quien no está conmigo está contra mi.
6. Y yo os digo que todos los pecados y
blasfemias les serán
perdonados a los hombres.
7. Mas no las blasfemias contra el Espíritu
Santo.
8. Y será perdonado quien blasfeme contra el
Hijo del
hombre.
9. Mas quien blasfeme contra el Espíritu
Santo no será
perdonado ni en este siglo, ni en el futuro.
10. O haced bueno el árbol y buenos los
frutos, o haced malo
el árbol y malos los frutos.
11. Porque por los frutos conoceréis el
árbol.
12. Generación de víboras, ¿cómo podéis
hablar bien, si
sois malos?
13. Porque de la
abundancia del
corazón habla la boca.
14. El hombre bueno
aprovecha bien
el buen tesoro.
15. Mas el hombre malo usa mal el mal
tesoro.
16. Porque os digo en verdad que de toda
palabra inútil que
hablen los hombres les será exigida cuenta en el día del juicio.
17. Y tus palabras te
justificarán
o tus palabras te condenarán.
Marta recibe a Jesús en su casa
LVIII 1.
Y entró en una aldea, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió
en su
casa.
2. Y tenía una hermana llamada María.
3. Y María se sentaba a los pies de Jesús, y
oía su
palabra.
4. Y Marta, mientras tanto, se ocupaba en
muchas faenas.
5. Y vino y dijo: Señor, ¿no ves cómo mi
hermana me deja
servir sola? Dile, pues, que me ayude.
6. Y dijo el Señor: Marta, muy ocupada
estás, y con tus
muchos quehaceres estás turbada.
7. Mas una cosa sola es necesaria, y María
eligió la parte
que no le será quitada.
Juan, desde la cárcel, envía emisarios a Jesús
LXIV 1.
Y
Juan, estando en la cárcel, oyó los milagros que hacía Jesús.
2. Y le envió dos de sus discípulos,
diciendo: ¿Eres tú
el que había de venir?
3. ¿O hemos de esperar a otro?
4. Porque curaba muchos enfermos, y daba
vista a los ciegos,
y expulsaba espíritus malos.
5. Y él contestando les dijo: Decid a Juan
lo que veis y oís.
6. Los ciegos ven, los cojos andan, los
leprosos son
limpios, los sordos oyen.
7. Y los muertos son resucitados, y les es
anunciado a los
pobres el Evangelio.
8. Y bienaventurado es el que no se
escandaliza de mí.
9. Y cuando se fueron, Jesús empezó a hablar
de Juan a las
gentes:
10. ¿Qué fuisteis a ver al
desierto? ¿Una caña que el viento agita?
11. ¿Qué fuisteis a ver?
¿Un
hombre lujosamente vestido?
12. Mas los que llevan vestidos preciosos
están en casa de
los reyes.
13. ¿Qué salisteis a ver? ¿Un profeta?
14. Pues yo os digo que más que un profeta.
15. Porque de éste es de quien está escrito:
Yo envío ante
ti mi mensajero, que preparará tu camino.
16. En verdad os digo que entre los nacidos
de mujer no hubo
otro mayor que Juan el Bautista.
17. Mas el que es el menor en el reino de
los cielos, es
mayor que él.
18. Desde el tiempo de Juan el Bautista
hasta ahora, al reino
de los cielos se hace fuerza, y los violentos lo arrebatan.
19. Porque todos los profetas, y la Ley,
hasta Juan,
profetizaron.
20. Si queréis recibir, éste es Elías, el
que había de
venir.
21. Y quien tenga oídos que oiga.
22. Mas, ¿a qué compararé esta generación?
23. Semejantes son a niños
que se
sientan en las plazas.
24. Y gritan a sus
compañeros: Os
tocamos la flauta, y no danzasteis. Os plañimos, y no os
lamentasteis.
25. Vino Juan, que no
comía ni
bebía, y dijeron: Tiene demonio.
26. Mas vino el Hijo del hombre que come y
bebe.
27. Y dicen: He aquí un hombre glotón y
bebedor de vino,
amigo de publicanos y pecadores.
28. Mas la sabiduría está justificada por
sus hijos.
Jesús increpa a las ciudades en que había hecho milagros
LXV 1.
Y entonces empezó a reprender a las ciudades en que había hecho
milagros.
2. Porque no se había arrepentido. Y decía:
3. ¡Ay de ti, Chorazaim! ¡Ay de ti,
Bethsaida!
4. Porque si en Tiro y Sidón se hubieran
hecho los
prodigios que se han hecho en vosotras, cilicios y ceniza hubieran
hecho
penitencia.
5. Os digo en verdad que Tiro y Sidón serán
más
perdonadas, en el día del juicio, quevosotras.
6. Y tú, Cafarnaum, que hasta el cielo
fuiste exaltada, ¿hasta
qué infierno serás descendida?
7. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los
milagros que se
han hecho en ti, hubiera permanecido hasta ahora.
8. Digo, en verdad, que la tierra de los
sodomitas será más
perdonada, en el día del juicio, que tú.
Jesús elige otros setenta y dos discípulos
LXVII 1.
Y el Señor eligió otros setenta y dos discípulos.
2. Y los enviaba delante de sí, de dos en
dos, a toda
ciudad o lugar a que había de ir.
3. Y les decía: Quien os oye me oye. Quien
os recibe me
recibe.
4. Y aquel que os rechaza me rechaza.
5. Y volvieron con júbilo, diciendo: Señor,
hemos
expulsado demonios en nombre tuyo.
6. Y él les dijo: Yo veía a Satán como un
rayo cayendo
del cielo.
7. Yo os doy potestad de pisar las
serpientes y los
escorpiones.
8. Y sobre todas las fuerzas del enemigo,
sin que nada os dañe.
9. No os gocéis con que los espíritus os
estén sometidos.
10. Antes regocijaos de que vuestro nombre
esté escrito en
el reino de los cielos.
11. Y en esta hora se
exaltó el
Espíritu Santo. Y dijo:
12. Yo te alabo, Padre y Señor del cielo y
de la tierra.
13. Porque escondiste
estas cosas
a los sabios y prudentes y las has revelado a los ignorantes.
14. Porque así, Padre, te plugo.
15. Todo me es entregado de mi Padre.
16. Y nadie sabe quién es
el
Hijo, más que el Padre.
17. Ni quién es el Padre, más que el Hijo.
18. Y aquel a quien el Hijo se lo quisiese
revelar.
19. Y se volvió a sus
discípulos
y les dijo:
20. Venid a mí todos los que trabajáis y yo
os aliviará.
21. Tomad mi yugo sobre vuestras almas con
corazón humilde.
22. Porque mi yugo es leve.
23. Y quien venga a mí, y no haya dejado a
sus padres y a
sus hijos y a sus hermanos, no puede ser mi discípulo.
24. Porque quien no cargue
con su
cruz y me siga no puede ser mi discípulo.
25. Y el que no renuncie a cuanto posee no
puede ser mi discípulo.
Los fariseos reprenden a los discípulos de Jesús
LXVIII 1.
Y un sábado, pasando Jesús por un campo sembrado, sus discípulos
arrancaban espigas y las comían, frotándolas con las manos.
2. Y algunos fariseos les dijeron: ¿Por qué
hacéis lo que
no es lícito en sábado?
3. Y Jesús les contestó: ¿No habéis leído lo
que hizo
David cuando él y los que lo acompañaban tuvieron hambre?
4. Porque entró en la casa de Dios y tomó
los panes de la
proposición.
5. Y él y los que lo acompañaban comieron lo
que sólo era
lícito comer a los sacerdotes.
6. Y les dijo: El Hijo del hombre es Señor
del sábado.
7. ¿No habéis leído en la Ley que los
sábados en el
templo los sacerdotes profanan el sábado y no tienen delito?
8. Pues yo os digo que algo mayor que el
templo está aquí.
9. El sábado se ha hecho para el hombre y no
el hombre para
el sábado.
Jesús cura en sábado, en la Sinagoga, a un hombre que tenía una mano seca
LXIX 1.
Y otro sábado entró en la sinagoga y enseñaba.
2. Y había allí un hombre que tenía seca la
mano derecha.
3. Y los escribas y fariseos miraban a
Jesús.
4. Por ver si curaba en sábado y poder
acusarlo.
5. Mas Jesús conoció lo que maquinaban y
dijo al hombre
que tenía la mano seca:
6. Levántate y sal aquí en medio. Y él lo
hizo.
7. Y Jesús dijo: Yo os pregunto: ¿Es lícito
en sábado
hacer el bien o hacer el mal?
8. ¿Salvar una vida o perderla?
9. Y miró a todos y dijo al hombre: Extiende
tu mano.
10. Y él la extendió y su mano quedó curada.
11. Y Jesús dijo a los
fariseos:
¿Qué hombre de vosotros, que tenga una oveja, y en sábado le
cayera en
un pozo, no la sacará? ¿No es mejor un hombre que una oveja?
12. Lícito es, en sábado,
hacer
el bien.
13. Y ellos tuvieron gran ira, y dialogaban
sobre lo que podrían
hacer con Jesús.
14. Y Jesús lo sabía y se
apartó
de allí.
15. Y lo seguían muchos y los curaba.
16. Y les decía que no lo
relatasen.
17. Para que se cumpliese lo que profetizó
Isaías, cuando
dijo:
18. He aquí mi siervo predilecto, el que he
escogido, para
que en él se recree mi espíritu.
19. Él anunciará el juicio a los gentiles.
20. Mas no discutirá, ni clamará, ni se oirá
por las
calles su voz.
21. La caña cascada no quebrará y el pabilo
humeante no
apagará.
22. Hasta que no salga con victoria del
juicio.
23. Y en su nombre tendrán esperanza las
gentes.
Jesús sube al monte a hacer oración
LXX 1.
Y cuando Jesús hubo dicho esto, fue a orar al monte.
2. Y toda la noche estuvo elevando oraciones
a Dios.
3. Y cuando lo hubo efectuado, llamó a sus
discípulos.
4. Y saliendo de casa, fueron junto al mar.
5. Y había congregadas muchas gentes. Y
Jesús entró en una
barca, y les habló en parábola, diciendo:
Parábola del sembrador
LXXI 1. He aquí que el sembrador
salió a sembrar.
2. Y parte de la simiente cayó en el sendero
y fue pisada.
3. Y las aves del cielo vinieron y la
devoraron.
4. Y otra parte cayó en sitios pedregosos,
donde había poca
tierra.
5. Y ésta brotó en seguida, por la poca
profundidad que
tenía de tierra.
6. Más salió el sol y se agosté, porque no
tenía raíz.
7. Y otra parte cayó entre espinos y los
espinos la
ahogaron:
8. Mas otra parte cayó en buena tierra.
9. Y dio fruto, al ciento por uno, y al
sesenta por uno, y
al treinta por uno.
10. Y clamó diciendo: Quien tenga oídos, que
oiga.
Parábola del trigo y la cizaña
LXXII 1. Y les propuso otra parábola, diciéndoles:
2. El reino de los cielos es semejante al
hombre que sembró
buena simiente en su campo.
3. Mas cuando dormían los hombres, vino su
enemigo
4. Y sembró cizaña entre el trigo y se fue.
5. Y cuando creció la hierba y fructificó,
surgió también
la cizaña.
6. Y los siervos del padre de la familia
llegaron y dijeron:
Señor, ¿no sembraste buena simiente? ¿Cómo es, pues, que tiene
cizaña?
7. Y él les dijo: Un hombre enemigo nuestro
ha hecho esto.
8. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues,
que vayamos y
la quitemos?
9. Y él les dijo: No, no sea que arrancando
la cizafla
arranquéis también el trigo.
10. Mas dejadlo crecer todo y, cuando llegue
la siega, yo diré
a los segadores:
11. Recoged primero la
cizaña y
atadla en manojos, para quemar.
12. Y recoged el trigo en el granero.
Parábola del grano de mostaza
LXXIII 1. Y les propuso otra parábola, diciéndoles: El reino de
los cielos es como un grano de mostaza, que un hombre sembró en su
huerto.
2. Y es el más pequeño entre todos los
granos de simiente.
3. Mas cuando crece, se hace tan grande, que
los pájaros
del cielo vienen y anidan en sus ramas.
Parábola de la levadura
LXXIV 1. Y aún les dijo otra parábola: El reino de los cielos es
semejante a la levadura que tomó una mujer y escondió en tres
medidas de
harina, hasta que todo quedó fermentado.
2. Y Jesús habló así por parábolas a las
gentes.
3. Y no les hablaba sin parábolas.
4. Para que se cumpliese lo que vaticinó el
profeta, que
dijo: Abriré mi boca con parábolas, y diré cosas escondidas desde
la
fundación del mundo.
5. Y los discípulos llegaron y le dijeron:
¿Qué nos has
querido decir en parábolas?
6. Y él les respondió: El misterio del reino
de los cielos
os es dado a vosotros, pero no a los demás.
7. Y a ellos les hablo en parábolas, para
que viendo no
vean, y oyendo no oigan, ni entiendan.
8. Para que se cumpla la profecía de Isaías:
Oyendo no oísteis
y viendo no visteis.
9. Dichosos vuestros ojos que ven, y vuestos
oídos que
oyen.
10. Porque de cierto os digo que muchos
profetas y justos,
pudiendo ver, no vieron, y pudiendo oír, no oyeron.
Explicación de la parábola del sembrador
LXXV 1. Habéis oído la parábola del sembrador.
2. El que oye y no ve es el de junto al
camino.
3. Y el diablo viene y quita lo que fue
sembrado en su
corazon.
4. Y el que oyó con gozo es la simiente que
cayó en un
pedregal.
5. Y como no tenía raíces, cedió a las
tribulaciones y
persecuciones.
6. Y la que cayó entre espinas son los que
oyeron, mas son
solicitados de los cuidados del siglo y fue en ellos sofocada la
palabra.
7. Mas la que cayó en buena tierra es la que
oyó y entendió
la palabra, y perseveré, y obtuvo ciento por uno, y sesenta por
uno, y
treinta por uno.
Explicación de la parábola del trigo y la cizaña
LXXVI 1. Porque el reino de Dios es así:
2. Si se siembra bien, y se vigila
constantemente, primero
germina el grano.
3. Y crece la hierba, y luego la espiga, y
al fin ésta se
llena de fruto.
4. Y, despedidas las gentes, Jesús vino a
casa.
5. Y sus discípulos le dijeron: Explícanos
la parábola de
la cizaña del campo.
6. Y él les contestó: Quien siembra la buena
simiente es el
Hijo del hombre.
7. Y el campo es el mundo y la buena
simiente son los hijos
del reino de los cielos.
8. Y la cizaña son los hijos del malo y el
que la sembró
es el diablo.
9. Y la siega es el fin del mundo, y los
segadores, los ángeles.
10. Y el Hijo del hombre
enviará
sus ángeles, y tomarán de su reino todos los escándalos.
11. Y los pondrán en el camino ardiente y
allí será el
crujir de dientes y el lloro.
12. Y los justos resplandecerán como el sol
en el reino de
su Padre.
13. El que tenga oídos para oír que oiga.
Parábola del tesoro escondido, de las perlas y de la red
LXXVII 1. El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido
en el campo.
2. Y cuando un hombre lo halla, vende todo
lo que tiene y
compra aquel campo.
3. Y es semejante al mercader que busca
buenas perlas.
4. Y hallando una perla preciosa, vendió
cuanto tenía y la
compró.
5. Y es igualmente el reino de los cielos
como la red que,
lanzada al mar, recoge toda clase de pescados.
6. Y cuando está llena, la saca, y se eligen
los peces
buenos, y se echan fuera los malos.
7. Y esto pasará en la consumación
de los siglos.
8. Porque vendrán los ángeles y apartarán a
los malos de
los justos.
9. Y los pondrán en el lugar del fuego y
allí será el
llanto y el rechinar de dientes.
10. Y les preguntó: ¿Entendéis? Y ellos
dijeron:
Entendemos.
11. Y él les dijo: Por eso es que todo
escriba docto en el
reino de los cielos, es como un padre de familia que saca de su
tesoro
cosas nuevas y cosas viejas.
12. Y cuando Jesús hubo
dicho
estas parábolas, se fue de allí.
Jesús enseña en la Sinagoga y los judíos se indignan contra él
LXXVIII 1. Y vino a su país y enseñaba en la sinagoga.
2. Y decían: ¿Dónde adquirió esta sapiencia y
los
prodigios que obra?
3. ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No
se llama su
madre María?
4. ¿Y no es su padre José, y sus hermanos
Jacobo, y José,
y Simón, y Judas?
5. Y ¿no están sus hermanos con nosotros?
¿De dónde ha
sacado todo esto?
6. Y se escandalizaban de él.
7. Y él les dijo: Sin duda que me diréis:
Médico, cúrate
a ti mismo.
8. Haz aquí, en tu tierra, alguna de las
cosas que hemos oído
que has hecho en Cafarnaum.
9. Mas os digo en verdad que nadie es
profeta en su patria,
ni en su casa.
10. Y no hizo allí muchos milagros, a causa
de la
incredulidad de ellos.
11. Y les dijo: Os digo en verdad que muchas
viudas había en
Israel en los días de Elías.
12. Cuando el cielo fue
cerrado
por espacio de tres años y medio, y hubo gran hambre en toda la
tierra.
13. Mas a ninguna fue enviado Elías, sino a
una viuda de
Sarepta de Sidón.
14. Y muchos leprosos había en Israel en
tiempo de Eliseo.
15. Y ninguno fue limpio, sino el sirio
Naaman.
16. Y cuantos estaban en la sinagoga se
llenaron de ira.
17. Y se levantaron y lo sacaron de la
ciudad.
18. Y lo llevaron a la
cumbre del
monte en que está edificada la ciudad, porque querían despeñarlo.
19. Mas él pasó por entre ellos y se fue.
Herodes hace degollar a Juan
LXXIX 1. Y en aquel tiempo el tetrarca Herodes hizo encarcelar a
Juan.
2. A causa de Herodías, mujer de su hermano
Felipe, que él
tenía consigo.
3. Porque Juan había dicho a Herodes: No te
es lícito
tenerla.
4. Y Herodes quería matar a Juan.
5. Mas no podía, porque temía al pueblo, que
consideraba
profeta a Juan.
6. Y así Herodes, queriendo matarlo, temía, y
lo sabía
varón justo y santo, y lo oía con agrado.
7. Mas celebrándose el natalicio de Herodes,
estaban con él
los príncipes y tribunos, y otros notables de Galilea.
8. Y entró la hija de Herodías, y danzó, y
agradó a
todos.
9. Y dijo Herodes a la muchacha: Pídeme lo
que quieras y te
lo daré.
10. Y aun le juró: Porque te daré lo que me
pidas, hasta
medio reino mío.
11. Y ella salió y dijo a
su
madre: ¿Qué pedirá?
12. Y ella dijo: La cabeza
de Juan
Bautista.
13. Y la muchacha entró y dijo: Quiero que
me des en un
plato la cabeza de Juan Bautista.
14. Y el rey se contristó por el juramento y
por los que
estaban en la mesa.
15. Mas hizo degollar a Juan en la cárcel, y
trajeron la
cabeza en un plato, y la dieron a la muchacha, y ella la llevó a
su
madre.
16. Y sabiéndolo sus
discípulos,
recogieron su cuerpo y lo pusieron en un sepulcro.
17. Y fueron a decírselo a Jesús.
18. Y Herodes oyó la fama de Jesús.
19. Porque unos decían que era Juan el
Bautista, y por eso
obraba milagros.
20. Y otros que era Elías, o alguno de los
profetas
antiguos, que había resucitado.
21. Y Herodes dijo: A Juan Bautista lo
degollé yo. ¿Quién
será éste que hace tales cosas? Y quería verlo.
22. Y Jesús, cuando lo
oyó,
embarcó en una lancha, y se fue a un sitio desierto.
23. Y muchas gentes fueron
allí e
iban a pie desde las ciudades.
24. Y Jesús tenía misericordia y curaba a
los que estaban
enfermos.
Jesús obra el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces
LXXX 1. Y cuando llegó la tarde, los discípulos llegaron y le
dijeron:
2. Despide a las gentes, para que vayan a
comer a las aldeas
cercanas, porque aquí estamos en un lugar desierto.
3. Y dijo Jesús: No necesitan irse; dadles
de comer
vosotros.
4. Y Felipe contestó: Ni aun doscientos
denarios de pan
bastarían para darles de comer.
5. Y Jesús dijo: ¿Cuántos panes tenéis?
6. Y Andrés, hermano de Simón Pedro, dijo:
Cinco panes y
dos peces tiene un niño que está aquí. ¿Cómo los vamos a repartir
entre tantos?
7. Y dijo Jesús: Haced recontar la gente. Y
se colocaron
por partidas de ciento y de cincuenta.
8. Y Jesús miró al cielo, y tomó los panes y
los peces y
los bendijo.
9. Y los distribuían a los discípulos y los
discípulos
los distribuían a las gentes.
10. Y todos comieron hasta
quedar
hartos.
11. Y con los restos se llenaron doce
canastos. Y los que
comieron fueron en número de cinco mil, aparte de las mujeres y
los niños.
12. Y mandó a sus discípulos que lo
precedieran, yendo en
el barco a Bethsaida, mientras él despedía a las gentes.
13. Y aquellos hombres, viendo la señal que
Jesús había
dado, decían: En verdad, éste es el profeta que había de venir al
mundo.
14. Y entendiendo Jesús que iban a venir
para arrebatarlo y
hacerlo rey, huyó.
15. Y despidió a la gente y huyó a un monte,
solitario,
para orar.
Jesús anda sobre las aguas y libera a Pedro, que se sumergía
LXXXI 1.
Y
cuando llegó la tarde, él estaba solo en tierra y la barca en
medio de
la mar.
2. Y los vientos eran
contrarios. Y viendo fatigados a sus
discípulos, que bogaban, a cosa de la cuarta vigilia de la noche,
fue
hacia ellos andando sobre el mar, porque quería precederlos.
3. Y viéndolo que andaba sobre la mar, ellos
fueron
turbados y clamaban, diciendo: Fantasma es.
4. Mas él dijo: Tened confianza. No temáis,
porque soy yo.
5. Mas Pedro le dijo; Señor, sí eres tú, haz
que yo vaya
a ti sobre las aguas.
6. Y él le dijo: Ven.
7. Y bajando Pedro del barco, andaba sobre
las aguas para ir
a Jesús.
8. Mas viendo la fuerza del viento, temió. Y
empezó a
hundirse.
9. Y dio voces, diciendo: Señor, sálvame.
10. Y Jesús extendió la mano, y le dijo:
Hombre de poca fe,
¿por qué has dudado?
11. Y cuando llegaron a la embarcación, cesó
el viento, y
la nave se acercó a la tierra a que iban.
12. Y los que estaban en el barco vinieron y
lo adoraron,
diciendo: En verdad eres el Hijo de Dios.
Jesús llega a la tierra de Genezaret. Murmuraciones de los judíos
LXXXII 1. Y llegaron al país de Genezaret y entraron en puerto.