METODOLOGÍA PARA LA CATEQUESÍS
Nuestro mundo se está desarrollando de una manera muy
rápida. Pensemos sólo que hace cien años empezaban a existir
los coches, la televisión hace menos de cincuenta. A esto
se le llama cambio tecnológico. En el campo de la
educación también ha habido muchos cambios. El hombre se ha
dado cuenta que una misma cosa se puede enseñar de
diversas maneras. A esto se le conoce como método educativo.
Si
a nosotros nos interesa dar a conocer la Palabra de
Dios, hemos de preocuparnos por escoger la forma más conveniente.
"La
edad y el desarrollo intelectual de los cristianos, su grado
de madurez eclesial y espiritual y muchas otras circunstancias personales
postulan que la catequesis adopte métodos muy diversos para alcanzar
su finalidad específica: la educación en la fe".
Catechesi Tradendae #
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Juan Pablo II
La diversidad de métodos en la catequesis
En la
transmisión de la fe, la Iglesia no tiene de por
sí un método propio ni único, sino que, a la
luz de la enseñanza de Dios, analiza los métodos de
cada época, asume con libertad de espíritu "todo cuanto hay
de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable,
de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de
elogio" (Flp 4,8). En síntesis, todos los elementos que no
son contrarios al Evangelio, y los pone a su servicio.
De
este modo, "la variedad en los métodos es un signo
de vida y una riqueza", y a la vez una
muestra de respeto a los destinatarios. Tal variedad viene pedida
por "la edad y el desarrollo intelectual de los cristianos,
su grado de madurez eclesial y espiritual y muchas otras
circunstancias personales".
Cuando queremos decir algo, por ejemplo, que no voy
a estar por la tarde, puedo poner un letrero en
la puerta, o bien ir a buscar a la persona
que me podría visitar para avisarle, o dejar recado con
un vecino o llamar por teléfono.
¿Qué forma utilizaré para dejar
mi mensaje?
Pues empezaré por saber si la otra persona lee
o no, si tiene teléfono, si me queda de paso.
El método será útil y eficaz en la medida que
se ajuste a la persona a quien se lo quiero
hacer llegar.
Todos tenemos un método propio, un método con el
que nos resulta más fácil trabajar. Porque todos tenemos unas
ideas directrices que orientan nuestras preferencias.
¿Qué es un método?
Recordemos que
método es el conjunto de principios que orientan la selección
de objetivos, medios y contenido. Y como tenemos principios diferentes,
hay métodos diferentes. Sin embargo, debemos cuidar que el método
elegido no tenga falsos cimientos.
El método es el conjunto de
mecanismos que ayudan a obtener un fin. Lo presentamos como
un conjunto porque es la suma de varios elementos. Es
decir, un buen método no depende sólo de un principio.
Y decimos que ayuda a obtener un fin porque el
método es, al fin y al cabo, un instrumento para
lograr una meta.
El método no es lo importante. Lo importante
es la meta. Un método que no lleva a la
meta o nos lleva a una meta distinta de la
deseada, no es un buen método.
Puede haber muchos métodos buenos
y útiles. Es posible que algún método sea más llamativo
que otro, más atractivo o más espectacular. Pero no se
puede decir que sea el único método.
Un buen método tiene
que responder a las exigencias del objetivo de la catequesis,
del contenido a transmitir y del destinatario a quien se
dirige. Si sólo se fija en uno de estos elementos,
será un método inadecuado.
Hay métodos más útiles para motivar y
otros más útiles para enseñar; hay métodos útiles para niños
que no sirven para jóvenes o adultos; hay métodos oportunos
para tratar un tema que no sirven para tratar otro
tema. Un buen método en catequesis no sólo transmite bien
la doctrina, sino que además fomenta la aceptación de la
fe en el corazón de quien recibe el mensaje de
Cristo.
El catequista es el factor principal para el éxito de
un método. Es decir, los métodos y técnicas no funcionan
por sí solos. La catequesis es, ante todo, un testimonio.
Y los aparatos o los mecanismos no pueden dar testimonio.
Sólo las personas son testigos.
Un buen método en catequesis
debe envolver a toda la persona. Es decir, debe lograr
que cada destinatario se introduzca en la sesión con mucho
interés y dispuesto a esforzarse lo que sea necesario para
aprovechar el tiempo de la clase.
Los mejores métodos son los
que activan todas las facultades del ser humano: la imaginación,
la voluntad, los sentimientos, la inteligencia, la memoria.
Hay muchos métodos.
Y hay varios criterios que permiten descubrir cuál método es
aconsejable para cada situación y cuál no lo es. Por
esto, el catequista debe descubrir no sólo el método que
va de acuerdo con su forma de ser, sino también
cuál método debe elegir según los cambios de destinatarios, de
los temas o de los objetivos a lograr.
Recuerda antes de
escoger un método de enseñanza, que el método es sólo
un medio, un medio que te ayudará a transmitir de
una manera más sencilla el mensaje que Dios ha puesto
en tus manos. Lo importante es el mensaje, la Palabra
de Dios.
No olvides que es básico encomendarte al Espíritu Santo
para que te ilumine, fíjate bien en las personas a
que te diriges y piensa que tú eres el instrumento
que Dios quiere necesitar para hacer llegar su mensaje.
Es de
todos sabido la influencia que las sectas y nuevos movimientos
religiosos están teniendo en algunos círculos de nuestro país. Nuestra
labor como catequistas es buscar el método adecuado para contrarrestar
la influencia de estos grupos radicales y fundamentalistas en nuestras
comunidades.
Debemos encontrar la forma más oportuna de llevarles el mensaje
católico-cristiano, decompartirles la verdad evangélica, de predicarles como Iglesia, como
madre. De predicar con autoridad, con la autoridad que da
el hecho de saber que Jesús funda la Iglesia Católica
y Él es el guía hasta que vuelva nuevamente a
juzgar a vivos y muertos, no nos confundamos, busquemos participar
de esa "Nueva Evangelización" a la que el Papa Juan
Pablo II nos llama a todos los bautizados.
La realidad religiosa de nuestra
sociedad: su alejamiento, su actitud frente a la Iglesia, su
jerarquía de valores, sus preguntas y dudas, su búsqueda del
Señor todopoderoso requiere de catequistas que usen una metodología que
responda a las necesidades específicas de nuestro país.
Hoy más
que nunca es fundamental transmitir el Evangelio, la Buena Nueva
de Dios, a todos los hombres y mujeres, niños y
jóvenes que suscite en ellos, un deseo de conversión y
de adhesión plena a Dios y a su Iglesia.
Ya aprendimos
que un método sin contenido es algo que no sirve
de nada. Por ello, ahora vamos a aprender la relación
contenido -método en la catequesis.
Cuando decidimos escoger un método para
dar nuestro catecismo, podemos enfrentar el riesgo de poner demasiada
atención en el método y olvidar lo que realmente es
importante: el mensaje.
Si queremos ser muy fieles a nuestra misión,
no debemos olvidar que hacemos todo por amor a Dios
y con la ayuda de Dios. El principio de la
"fidelidad a Dios y fidelidad al hombre" lleva a evitar
toda contradicción, o separación entre método y contenido, afirma más
bien su necesaria dependencia y ayuda. El catequista reconoce que
el método está al servicio de la revelación y de
la conversión, y por eso ha de servirse de él.
Por otra parte, el catequista sabe que el contenido de
la catequesis no es indiferente a cualquier método, sino que
exige un proceso de transmisión adecuado a la naturaleza del
mensaje, a sus fuentes y lenguajes, a las circunstancias concretas
de la Comunidad, a la condición de cada uno de
los fieles a los que se dirige la catequesis.
Un
buen método de catequesis es garantía de fidelidad al contenido.La
comunicación de la fe en la catequesis es un acontecimiento
de gracia, realizado por el encuentro de la Palabra de
Dios con la experiencia de la persona, que se expresa
a través de signos sensibles y finalmente abre al misterio.
Puede acontecer por diversas vías que no siempre conocemos del
todo.
Ejemplos de métodos1)Método deductivo, inicia de las verdades y
principios más generales para aterrizar en las aplicaciones más inmediatas.
Este método es más expositivo. Por lo tanto, utiliza principalmente
la palabra, sea hablada o escrita. Las aplicaciones más comunes
son:
-El catequista debe decir al inicio, sobre qué tema
va a hacer su exposición, para que todos los asistentes
concentren su atención en el punto a tratar; las conferencias
o pláticas deben iniciarse explicando una verdad muy fundamental, sobre
la que se construirá toda la exposición; las exposiciones deben
estar muy cargadas de emotividad, etc.
2)Método inductivo, parte de las
cosas concretas e inmediatas para llegar a las más generales
o elevadas. Este método aplica el principio catequético de que
la mejor catequesis es la que relaciona el contenido de
la fe con la experiencia del destinatario. El método inductivo
consiste en la presentación de hechos (acontecimientos bíblicos, actos litúrgicos,
hechos de la vida de la Iglesia y de la
vida cotidiana...) a fin de descubrir en ellos el significado
que pueden tener en la Revelación divina.
El método inductivo no
excluye, más bien exige el método deductivo, que explica y
describe los hechos procediendo desde sus causas. Pero la síntesis
deductiva tendrá pleno valor sólo cuando se ha hecho el
proceso inductivo. Nuestras sugerencias son:
-Como el método inductivo es una
búsqueda, no conviene decir qué tema va a tratarse en
la sesión de catequesis; es muy útil narrar varios hechos
de la actualidad que hacen resaltar el tema y los
objetivos que desean tratarse; es útil narrar una anécdota, tanto
para iniciar como para avanzar en el tema, etc.
3)Método activo,
es un proceso de descubrimiento en donde el destinatario busca
la solución con la ayuda del catequista. En este método,
el catequista dedica su mayor esfuerzo en hacer trabajar a
los destinatarios. Se sugiere lo siguiente:
- Un recurso de gran
utilidad es el uso de preguntas y respuestas; con un
esquema claro y básico (no más de tres o cuatro
ideas), el catequista busca una o varias preguntas para cada
punto del esquema; una vez que ha sido definido el
esquema, se hace que el alumno dude, no se pretende
introducir dudas en el corazón del alumno, sino de provocar
que busque el fundamento de lo que expresa; se debe
tener también presente que este sistema alcanza su máxima eficacia
cuando la pregunta es muy rica en aspectos y puntos
del tema de la sesión.
4)Método audiovisual, es la combinación de
sonido y de imagen en variados modos. Ejemplos de audiovisuales
son una película, un sonorama, la explicación dada ante una
estatua, la discusión sobre un anuncio de periódico, etc.
Sugerimos para
su mejor uso, lo siguiente:
-Un audiovisual en diapositivas no puede
durar más de veinte minutos, salvo cuando es de una
categoría excepcional; una diapositiva proyectada en televisión pierde toda su
eficacia; debe preferirse la audición más fuerte que débil, para
que atraiga toda la atención de los destinatarios; el final
de una proyección o audición es muy importante, debe ser
en silencio y muy a tiempo; es muy importante que
todos los elementos técnicos se hayan probado antes de la
entrada de los alumnos en el local de la presentación.
Sobre todo el volumen de audición.
5)Método experiencial. La experiencia ejerce
diversas funciones en la catequesis, a la luz de las
cuales la existencia misma debe ser siempre debidamente valorada. El
método experiencial busca educar la fe apoyándose en las experiencias
del destinatario, sea las pasadas o provocando una presente.
Variaciones de
este método son:
a.- La entrevista, que consiste en invitar a
una persona con mucha preparación, de gran testimonio de vida,
para preguntarle ante los alumnos sobre el tema en cuestión.
b.-
El recurso a la experiencia, que ayuda a reforzar el
impacto de un tema o para hacer entrar a los
destinatarios muy personalmente en una sesión.
c.- La vivencia, que consiste
en unir la explicación con la vivencia, al experimentar directamente
algunas cosas, reforzamos la memorización y el impacto emocional.
El uso
adecuado de la experiencia personal del catecúmeno traerá los siguientes
beneficios:
a) Hacer que nazcan en el hombre intereses, interrogantes, esperanzas
e inquietudes, reflexiones y juicios, que se unen en un
cierto deseo de transformar la existencia. Es tarea de la
catequesis procurar que las personas estén atentas a sus experiencias
más importantes, ayudarlas a juzgar a la luz del Evangelio
las preguntas y necesidades que de estas experiencias brotan, educar
al hombre a vivir la vida de un modo nuevo.
De esta forma la persona será capaz de comportarse de
modo activo y responsable ante el don de Dios.
b) La
experiencia ayuda a hacer inteligible el mensaje cristiano. Esto se
ajusta al modo de obrar de Jesús, que se sirvió
de experiencias y situaciones humanas para anunciar realidades sobrenaturales y
divinas e indicar a la vez la actitud ante ellas.
En este aspecto, la experiencia es mediación necesaria para explorar
y asimilar las verdades que constituyen el contenido objetivo de
la Revelación.
c) Estas funciones indican que la experiencia asumida por
la fe viene a ser en cierto modo ámbito en
el que se manifiesta y realiza la salvación, en la
que Dios, de acuerdo con la pedagogía de la encarnación,
se acerca al hombre con su gracia y lo salva.
El catequista debe ayudar a la persona a leer de
este modo lo que está viviendo, para descubrir la invitación
del Espíritu Santo a la conversión, al compromiso, a la
esperanza, y así descubrir cada vez más el proyecto de
Dios en su propia vida.
La iluminación y la interpretación de
la experiencia a la luz de la fe se convierte
en una tarea permanente de la enseñanza catequética, no exenta
de dificultades, pero que no puede descuidarse, sin el riesgo
de caer en contradicciones o en comprensiones reduccionistas de la
verdad.
Esta tarea hace posible una correcta aplicación del mutuo enriquecimiento
entre las experiencias humanas profundas y el mensaje revelado. Lo
testifican ampliamente el anuncio de los profetas, la predicación de
Cristo y las enseñanzas de los apóstoles, que por eso
constituyen el criterio y la norma para todo encuentro entre
fe y experiencia humana en el tiempo de la Iglesia.
Lo
más importante en nuestra misión es lograr que la gente
acepta y viva en la Voluntad de Dios. Debemos recordar
siempre que el primer interesado en nuestra labor es Dios,
porque Suya es siempre toda iniciativa. Vamos a estar muy
atentos, como catequistas, a nuestra vida de oración, a nuestro
testimonio y a encomendar desde el fondo de nuestro corazón
cada trabajo que hagamos a Dios.
Si somos buenos catequistas,
no nos vamos a dar a nosotros mismos, vamos a
dar a Dios.
Fdo. Cristobal Aguilar.